Tarda más la preparación de las modelos que su aparición en una pasarela de moda. El acondicionamiento de la piel, aplicar el maquillaje y arreglar el cabello toma un tiempo considerable que mantiene un movimiento activo en el camerino, a pesar de que se trabajó una tendencia natural en cada uno de los modelos que allí participaron.
Además, “un error, una mala postura de ropa, cualquier detalle atrasa lo que viene y eso provoca que todo salga de control”, afirmó el diseñador y modelo Santiago Godoy.
Los modelos deben llegar con al menos dos horas de anticipación para que la distribución sea más rápida. Unas se sientan en el área de maquillaje y otras en el de peinado, para así avanzar y dar el espacio para los que están esperando su turno.
Es una locura, así lo define Santiago Godoy. “Se supone que todo está prácticamente cuadrado pero en la puesta escena todo cambia”, afirmó.
La tensión del salir a modelar prevaleció sobre el resto de tareas. Los minutos avanzaban y se acercaba el momento de iniciar la pasarela. Los organizadores entraban y salían efusivamente del ‘backstage’ mientras apresuraban a las modelos para estar listas. Pero en ocasiones se presentaron obstáculos que retrasaron los actos.
Así ocurrió en la noche de este sábado 2 de octubre, donde el ajetreo del momento dio paso a un ambiente tenso ante el retraso de tiempo que se estaba presentando. “¡Les dije que tenían que llegar más temprano!”, exclamó un organizador del evento.
Los estilistas movían rápidamente sus manos sobre los rostros y cabello de las modelos que a las 6:00 p.m. tenían que pisar la pasarela, pero un buen rato después, seguían alistándose.
Pero Natalia Santos, creadora de Secret Peluquería, la encargada del styling y maquillaje de cada modelo, explicó que el tiempo que se le dedica a cada una es relativo porque no todas tienen el mismo tipo de piel ni la misma cantidad de cabello, lo que condicionó el flujo del trabajo.
Allí se contó con el apoyo de 18 profesionales. En las jornadas el personal se redujo y solo diez de ellos estuvieron presentes en este trabajo, pues cada día se rotaban los turnos. Normalmente arreglaban a 10 modelos, pero esa noche recibieron 18 más.
Muchas se movían de un lado a otro esperando a ser atendidas, pues necesitaban con urgencia estar impecables. “El control de la primera pasarela ha sido terrible”, afirmó Alexander Durán, mánager de Secret peluquería. “No sabíamos quiénes eran las primeras en salir y nos enviaron otro grupo, entonces se retrasó el trabajo”, agregó Durán.
El trabajo con los hombres fue más tranquilo, pues con ellos se tardaban casi la mitad del tiempo que con las mujeres.
Tal inconveniente dio pie a su improvisación para dejar peinadas a las modelos que hacían falta. Pero la adrenalina de salir al escenario opaca todo tipo de estrés y preocupación, cuenta Abbie Thompson. “Si no hubiese tensión, esto sería aburrido”, afirmó. “Que presionen da emoción, porque así salimos a dar lo mejor de nosotros”.
El ruido y la tensión se apoderaron del pequeño camerino hasta que en cuestión de minutos salieron una a una y la tranquilidad retornó al lugar.